Tal como éramos hace 40 años


Hace cuarenta años, cuando murió Franco, éramos más o menos así. Yo estaba en Madrid estudiando Periodismo, se sucedían las manifestaciones y las cargas policiales en la Universidad. Se prohibían algunas conferencias o tipos de conocimientos por considerarlos subversivos, pese a lo cual siempre se encontraba un espacio para hacerlo todo, aunque acabase con una carrera delante de la policía (por entonces 'los grises', dado el color de su uniforme).

Como la policía venía a caballo, los estudiantes solían echar garbanzos, que se colaban en las herraduras y se producía un cierto disloque policial.

Al principio, la presencia de la policía interrumpía las clases porque era una clara interferencia y encerraba ciertos peligros, pero un profesor nos dijo que nos acostumbrásemos o nunca acabaríamos el temario de las asignaturas, así que nos acostumbramos a dicha presencia y, de cuando en cuando, al salir de clase una carrera a todo gas para evitar econtronazos.

Al morir Franco, todo esto fue desapareciendo y reinó una cierta paz (si se tiene en cuenta que la transición tampoco fue un periodo sencillo, pero sí alegre. Existía la alegría del cambio. Fue como decía la amiga de una de mis tías, nos quedamos tan a gusto como si nos hubiéramos quitado la faja que nos aprisionaba.

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